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Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han desarrollado un método que permite mejorar el aroma de las bebidas alcohólicas fermentadas, preferentemente vinos, a través de la modificación del contenido terpénico de las mismas.
Los investigadores de la Unidad de Bionanomateriales Funcionales de la Universidad de Birmingham (Reino Unido) han construido dos biorreactores que recrean las condiciones ideales para que dos tipos de bacterias (la bacteria cimógena y la bacteria púrpura) produzcan hidrógeno a partir de desperdicios orgánicos. La información aparece publicada en el número de agosto de la revista Microbiology Today.
La joven investigadora Natalia Castañares Castro ha realizado una tesis en la Estación Agrícola Experimental, en colaboración con la Universidad de León, donde se comprueba que las diferencias entre la cantidad de alimento durante su primer año de vida no influyen significativamente en la producción láctea de ovejas de raza Assaf Española. El estudio, en el que se utilizaron técnicas como el TAC o la ecografía, además de programas informáticos de análisis de imágenes, sugiere que una alimentación moderada puede mantener los niveles productivos del animal sin recurrir a una sobrealimentación, que, al precio actual de las materias primas, supone además un sobrecoste para el ganadero.
Investigadores del Instituto de Biotecnología de León (Inbiotec) participan en un estudio internacional coordinado por la Universidad Pública de Navarra en el que se pretende secuenciar el genoma de Pleurotus ostreatus (la popular 'seta ostra') y determinar las funciones de sus genes. En concreto, los científicos de Inbiotec trabajan con aquellos relacionados con el metabolismo secundario del hongo, involucrados en la producción de sustancias de interés biotecnológico como antivirales o antibióticos.
El conocimiento del genoma de las plantas está permitiendo que los científicos identifiquen las funciones de cada uno de sus genes y puedan trabajar con ellos para lograr mejores resultados en algunos cultivos, protegiéndolos de agresiones externas, lo cual mejora su productividad, o añadiéndoles propiedades nutritivas. Un buen ejemplo es el trabajo que desarrollan algunos científicos del Centro Hispanoluso de Investigaciones Agrarias (Ciale), de la Universidad de Salamanca. El equipo, dirigido por Óscar Lorenzo, investiga cómo hacer resistentes las plantas a los estreses abióticos, es decir, la sequía, la salinidad, el frío o las altas temperaturas, todas aquellas agresiones que no están causadas por otros organismos vivos.
Regeneración de Pinus pinaster tras un incendio.
Desde hace varios años, los científicos utilizan las observaciones satelitales para mejorar la estimación del balance hidrológico y de los rendimientos agrícolas a gran escala (sector agrícola de riego, cuenca,...). Las investigaciones se realizaron en el Centro de Estudios Espaciales de la Biosfera de Toulouse (Francia).
El Instituto de Biodiversidad CIBIO ha firmado un proyecto de investigación con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) para frenar la expansión de Arundo donax, una de las plantas invasoras más destructivas en California. La investigadora de la Universidad de Alicante, Maria Ángeles Marcos, dirigirá los trabajos centrados en la cochinilla Rhizaspidiotus donacis como uno de los principales agentes biológicos que pueden controlar la expansión de esta planta.
El grupo de investigación de Sistemas Agroforestales de la Escuela Politécnica Superior trabaja actualmente en el estudio de técnicas de cultivo de plantas medicinales silvestres, que permita su domesticación para satisfacer la demanda del mercado sin comprometer la persistencia de las poblaciones silvestres, con frecuencia sometidas a una sobreexplotación.
Un grupo de investigadores de la Universidad de León estudia la capacidad de una especie del grupo de las bacterias corineformes (Corynebacterium glutamicum) de destoxificar metales pesados presentes en las aguas, fundamentalmente arsénico. Modificando el contenido genético de estos microorganismos, los científicos han conseguido que las bacterias retengan el arsénico y no lo liberen al exterior, obteniendo así bioacumuladores de esta sustancia tóxica que podrían ser utilizados para eliminar parcialmente el arsénico presente en el agua residual de explotaciones mineras y en la de consumo humano.