Trabajan en tres laboratorios del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas y utilizan como herramientas biotecnológicas enzimas, bacterias y hongos con el fin de avanzar en su desarrollo y mejorar sus propiedades.
Estos materiales están compuestos únicamente de proteínas, capaces de entregar de forma prolongada en el tiempo, nanopartículas que pueden dirigirse a células tumorales específicas y destruirlas. Imitan a los gránulos secretores naturales del sistema endocrino y han sido probados con éxito en modelos de ratón con cáncer colorrectal.