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Entrevista a Enrique Moreno, pionero de los trasplantes en España

“Es muy probable que dentro de 20 años no se hagan trasplantes”

El investigador dio esta semana una conferencia científica en la Fundación Ramón Areces de Madrid, y ahora expone a SINC los últimos avances en el trasplante de donante vivo, así como las claves futuras de los órganos artificiales.

"Si los donantes quieren, se les explican estos riesgos con un atlas anatómico". Foto: SINC.

Enrique Moreno, jefe del Servicio de Cirugía General del Aparato Digestivo y Trasplante de Órganos Abdominales del Hospital 12 de Octubre de Madrid, ha realizado cerca de 1.400 trasplantes hepáticos. Es pionero en la técnica ‘split’ (la división de un hígado de cadáver para dos personas) y en la extracción de un segmento de hígado de un donante vivo para implantar en un familiar.

¿En qué situación se encuentra la donación en vivo?

La primera donación de donante vivo en España se hizo en 1990. Barcelona y Madrid son las comunidades que tienen un mayor número de trasplantes de este tipo. En el Hospital 12 de Octubre de Madrid, el único de la comunidad certificado para esta donación, se han realizado de momento 79 trasplantes de vivo, de un total de 1.430. La verdad es que la frecuencia de este tipo de trasplante no aumenta tal y como nosotros desearíamos. La sociedad se ha “acostumbrado” a que sean las asociaciones sanitarias las que les provean de la posibilidad de un trasplante.

Hay países como EE UU en los que existe una lista de donantes vivos anónimos, que se estudian para una donación y quedan a la espera de un receptor adecuado. Además, es difícil por todo lo que implica, los posibles riesgos para la persona que dona.

¿Cuáles son los riesgos de esta donación?

En principio, los que cualquier otra intervención. Si los donantes quieren, se les explican estos riesgos con un atlas anatómico para que tengan toda la información. Pero en el caso de hígado, el riesgo es menor ya que no hace falta trasfundirle sangre extraña al donante. Así eliminamos la posibilidad de ciertos virus y se le puede trasplantar antes al receptor al no tener que esperar estas dosis de sangre. Además, el tiempo durante el cual ese fragmento de órgano está fuera del cuerpo es mínimo, ya que inmediatamente se introduce en el receptor, cosa que no sucede en la donación de donantes cadáveres, ya que normalmente hay que ir a buscar ese órgano a otro centro, lo que puede llegar a suponer un tiempo de 16 horas.

¿Todas las personas pueden donar órganos en vivo?

De todas las personas estudiadas, solo un 20-25%, es decir, como máximo uno de cada cuatro, demuestran su utilidad. Esto es así ya que tiene que ser un órgano completamente sano. Después de estudiar al potencial donante, la rentabilidad es baja. Para evaluarlo y poder certificarlo tardamos unas dos semanas, e incluso a veces se necesita una biopsia.

¿Cuál es el porcentaje de éxito en estos transplantes?

En el caso del hígado, la donación en vivo tiene una supervivencia del 92%. Pero la utilización de donantes cadáveres por muerte cerebral posee una tasa de éxito del 72%. Es lógico, se trata de órganos perfectos que no proceden de unidades de cuidados intensivos donde se le administran todos los fármacos posibles para evitar que los donantes mueran. Por regla general, se trata de personas jóvenes, fuertes y con buenos hábitos de vida.

¿Los médicos pueden fomentar este tipo de donaciones?

Sería ilegal. Los médicos solamente debemos ser vehículos que hagan posible que una persona que está en lista de espera pueda curarse. Nosotros nos limitamos a dar toda la información, pero no podemos decir que si un hijo o un familiar donara una parte de órgano habría más posibilidades de curación y una recuperación más rápida. Sería coactivo. Lo único que podemos hacer es, si el enfermo pregunta, ponerle en contacto con una familia que haya realizado una donación en vivo para que comparta su experiencia.

¿Los órganos artificiales a partir de células madre podrían ser la solución?

Ahora mismo diríamos que no. En el caso del hígado, este órgano participa en más de 1.500 procesos relacionados con la vida y es tan complejo que sólo conocemos una décima parte. De momento, el prototipo más actual que existe es el MARS, un filtro inteligente que elimina gran parte de los cuerpos tóxicos que podrían causar la muerte del paciente. También tenemos una línea basada en los hepatocitos. Es como el MARS, pero con menos riesgos, una especie de hígado microscópico. En definitiva, ninguno supone una cura, pero retrasa la muerte y da la opción de que esas personas puedan trasplantarse por otros caminos.

¿Y el heterotrasplante, de una especie a otra?

Creíamos que ésta sería la solución a los trasplantes, pero cuando hay que modificar ciertas propiedades de los animales para que puedan ser utilizables por los humanos, desconocemos cómo van a reaccionar. Estamos abriendo la puerta a retrovirus, como el H1N1, que pueden castigar a la especie humana. Por ejemplo, en EE UU no hay permisos para utilizar estos órganos.

¿Cómo ve el futuro en los trasplantes?

Es muy probable que en 20 años no se hagan trasplantes de órganos. No porque vayan mal o se hayan conseguido grandes avances, sino por la profilaxis. Se intentará evitar que el hígado enferme, aunque por supuesto seguirá habiendo traumatismos que necesiten trasplantes. Por ejemplo, hoy en día ya no se opera la úlcera duodenal salvo casos excepcionales. Nuestra función es confiar en los estudios epidemiológicos y tratar de evitar las enfermedades.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons
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